miércoles, 16 de enero de 2013

Di oportunidades

Cuando di oportunidades,
espere las respuestas que nunca llegaron,
ni los cambios tratados
ni sonrisa ni nada.

Ahora lo lamento
otro tiempo ha llegado
las arrugas sin risas
que imagino en tu cara
los ojos apagados
altanera mirada
y seguro la boca, parecera una raya...

Son los resultados de tanta soberbia
de creerte el mundo pero todo se acaba
y entonces no me importani con quien ni cuando ni adonde lloraste
ni adonde reiste,si fue una mueca o risa sonante.

Termino tu presencia, no existe tu forma, la vejez atrapante
las canas, los huesos y todo lo vivido no existe esta aparte.
Soy forma invisible, sin misericordia, sin pena ni historia.

Susana Rossi, Pergamino.

martes, 11 de diciembre de 2012

¡PARA QUEDARSE CON LA BOCA ABIERTA!

Un hombre musulmán de Egipto mató a su esposa al encontrarla leyendo la Biblia y la enterró con sus hijas, una de 8 años y una recién nacida. ¡¡¡Las niñas fueron enterradas vivas!!!!
La niña al momento de ser descubierta

El fue a la policía y reportó que un tío mató a sus hijas. 15 días después, otro miembro de la familia murió. Cuando lo fueron a enterrar, encontraron a las dos
niñas bajo la arena. VIVAS!

Este incidente ha provocado mucho enojo en el país. El padre será ejecutado. Se le preguntó a la niña mayor como había sobrevivido. Ella dijo: 'Un hombre que vestía un traje blanco brillante, con heridas de sangre en sus manos, vino todos los dias para alimentarnos. Él despertaba a mi mamá para que mi mamá continuara amamantando a mi hermanita."

La niña fue entrevistada por la Televisora Nacional de Egipto por una conductora de noticias musulmana quien llevaba puesto un velo. Esta mujer dijo: 'Este no puede ser otro que Jesús, porque no hay otro que pueda hacer esas cosas.'

Los musulmanes creen que Isa (Jesús en el idioma árabe) puede hacer esto. Pero para ellos las heridas muestran que Él realmente fue crucificado, y que no queda la menor duda que ¡Él está VIVO! Está muy
claro que la niña no pudo haber inventado una historia semejante y que de ninguna manera ellas hubieran podido sobrevivir sin un verdadero milagro.

Los lideres musulmanes tendrán una situación difícil tratando de ver que hacer con esto, pues la popularidad de la película 'La Pasión de Cristo' no los ayuda, siendo Egipto el centro de comunicación y educación del Medio Oriente.

 
Fuente: Católicos sin miedo a nada - losprincipios.org

jueves, 6 de diciembre de 2012

Esclavo sin grilletes


Sentí la opresión de tus brazos de selva

y miré en el mundo de tus lapachos y cedros.

Busqué al responsable de mis desvelos y ansias,

Y el monte me devolvió magia, encanto, consuelo.

 
Recorrí tus valles y cerros, salpicados de ensueño.

Me hiciste tuyo bautizándome en ríos,

solo con cascadas y arroyos, como sonrientes testigos.

Agua con sonidos; gritos del hachero; lágrimas del tarefero.

 
Una orgía de colores y aromas invitó al sosiego.

Y aquí estoy yo, entregado, manso, sin lucha.

esclavo sin grilletes de tu infinita belleza.

 
Pedí tu nombre, me lo reveló el pombero.

“Se llama Misiones, y te ganó para ella, forastero”

Levanté la vista, del rojo hasta el cielo.

Y mi oración voló en agradecimiento.

 

Guillermo Reyna Allan

Diciembre de 2012

lunes, 5 de noviembre de 2012

Colegio Waldorf

No hay televisores ni PC, sólo tiza y pizarrón, los niños aprenden a tejer, coser y hornear pan.
Un establecimiento privado en el que recién se enseña informática a los 13 años.
 
 
La Waldorf School de Peninsula, en California, es una de las escuelas privadas que eligen los hiperconectados empleados de Google, Apple y otras empresas de punta de la computación para que sus hijos se eduquen alejados de todo tipo de pantalla, según un informe del diario Le Monde sobre una nueva tendencia tech: la desconexión.

Tres cuartos de los alumnos inscriptos en laWaldorf son vástagos de personas que trabajan en el área de las nuevas tecnologías. "La gente se pregunta por qué profesionales de la Silicon Valley, entre ellos algunos de Google, que parecen deberle mucho a la industria informática, envían a sus hijos a una escuela que no usa computadoras", comentó Lisa Babinet, profesora de matemáticas y cofundadora de la escuela primaria, en la conferencia anual Google Big Tent.

El periódico francés recoge el testimonio de uno de estos padres: Pierre Laurent, que eligió esta escuela porque cuestiona la tendencia actual a equipar en informática a las clases desde una edad cada vez más temprana. "La computadora no es más que una herramienta. El que sólo tiene un martillo piensa que todos los problemas son clavos", dice. "Para aprender a escribir, es importante poder efectuar grandes gestos. Las matemáticas pasan por la visualización del espacio. La pantalla perturba el aprendizaje. Disminuye las experiencias físicas y emocionales".
En la Waldorf esa limitación no existe: se aprende a sumar y a restar dibujando o saltando a la cuerda. Consultado acerca de si no le preocupa que sus hijos estén en desventaja por este retraso en el uso de la PC, Laurent responde: "No sabemos cómo será el mundo dentro de 15 años, las herramientas habrán tenido tiempo de cambiar muchas veces. Por haber trabajado 12 años en Microsoft, sé hasta qué punto los softwares son preparados para ser del más fácil acceso posible". También recuerda que todos los alumnos de la Waldorf tienen computadora en sus casas. La cuestión se reduce entonces a decidir cuándo levantar las limitaciones a su uso.
 
Richard Stallman, el gurú del software libre, trabaja desconectado: "La mayor parte del tiempo no tengo Internet. Una o dos veces por día, a veces tres, me conecto para enviar y recibir mis correos. Releo todo antes de enviar".
Así como por un lado
muchas personas sufren de nomofobia, es decir el miedo a no estar conectado (teléfono, Internet, etc.), otros ya empiezan a dar la vuelta y a recuperar el placer de la desconexión. Fred Stutzman, investigador de la Carnegie Mellon University, desarrolló incluso un programa llamado Freedom que bloquea el acceso aInternet durante 8 horas seguidas, obligando a reiniciar la computadora para reactivar el servicio. Deseoso de poder escribir sin distracciones, también diseñó Anti-social, un software que permite el acceso a Internet pero sin diversiones tales como Facebook y Twitter. "Las computadoras se han convertido en máquinas de distracción. Hay que equiparse hoy de funcionalidades que las devuelvan a su rol de máquina de escribir", dice. "Es una forma de comprar tiempo".
Sherry Turkle, del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés), autora del libro Alone Together (Solos juntos), dice que mirar sus mails o SMS frente a otros puede ser tan contagioso como un bostezo: "La gente pasa 90% de su tiempo de trabajo con los mails, y en su casa envían SMS estando a la mesa".
El informe de Le Monde pronostica que cada vez habrá más gente pidiendo asistencia para desonectarse. No es un fenómeno de masas, sino más bien una tendencia minoritaria que involucra más bien a los sectores más acomodados. "Algunos tienen el poder para desconectarse y otros, el deber de permanecer conectados", dice el sociólogo Francis Jauréguiberry, que investiga el tema. Los "pobres" de la tecnología son los que no pueden eludir la responsabilidad de responder de inmediato un correo electrónico o un mensaje de texto. Los nuevos ricos, por el contrario, son aquellos que tienen la posibilidad de filtrar e instaurar distancia respecto a esta interpelación. Lo mismo, dice Jauréguiberry, pasó con la televisión: el sobreconsumo es cosa de las clases populares.
¿Desconectarse es un lujo?
Por lo menos permitirle a nuestros niños que disfruten de su infancia sin las compulsiones de los mayores.

jueves, 25 de octubre de 2012

El encanto de las "maravillosas" respuestas

Sergio "Maravilla" Martínez es boxeador y, desde no hace mucho tiempo, campeón mundial de la categoría donde brillara Carlos Monzón, entre otros, la división de los Medianos. Además posee un encanto muy paticular y un carisma que lo hace trascender más allá del rudo deporte de los puños.

El reportaje que transcribimos lo pinta de cuerpo entero y por ello lo publico para los amigos de Poedismo....


Martínez se bajó del ring y se subió a un raid mediático; charlas como rounds en las que respondió sobre sus sensaciones, su relación con la Argentina y su futuro.

"Es que todavía no he podido ver la Argentina, ¿sabes? Todavía no pisé la calle, la verdad. Estoy acá hace. ni sé cuándo llegué. Pero, sí, calculo que va a ser complicado moverme como lo hacía un año atrás o hace seis o siete meses."

Cae la tarde sobre Buenos Aires y resulta piadosamente pertinente recordarle a Sergio "Maravilla" Martínez que aterrizó en la ciudad casi un día y medio antes. Porque el que en realidad está a punto de derrumbarse es él, agotado por una seguidilla de entrevistas y apariciones mediáticas que bien podría compararse con la andanada de golpes de algún rival con un estilo parecido al suyo.

Pero el hombre, tan cómodo en un ring como en un set de televisión, se levanta y vuelve al ataque. Lo hizo en aquel épico round 12°, en Las Vegas, el 15 de septiembre que volvió a marcar un antes y un después en su vida, disparando puños después de tocar la lona, para no terminar la pelea inolvidable "sobreviviendo". Y lo vuelve a hacer ahora, erguido sobre las mullidas alfombras del Caesar Park Hotel, en el corazón de Recoleta, para culminar la serie de entrevistas con palabras claras, en ese idioma tan suyo que mezcla ingenio argentino con tono de inmigrante latino en América o Europa.

Fueron encuentros de 10 minutos, como rounds, controlados por un reloj que marcaba la cuenta regresiva y un cartel elevado para señalar el último minuto. Toda una experiencia verlo en más de uno. En el primero, poco antes del mediodía, para hablar sobre el personaje que él mismo ha construido o, como le gusta definirse, "es". El segundo, a media tarde, para indagar sobre su futuro, que todavía se basa en "soñar". Y el tercero, casi al final del día, antes de su visita a la Casa Rosada -donde fue recibido por la presidenta Cristina Kirchner-, para explayarse sobre su argentinidad, cuando su lugar de trabajo es Estados Unidos y su lugar en el mundo para vivir es (y será, según confiesa) Madrid.

Atendió las 30 entrevistas acreditadas, sobre 90 solicitudes. Desde Zaira Nara, para Canal 9, hasta los más veteranos periodistas de boxeo, a los que trata con especial admiración. Varias veces cambió su vestuario, sin perder el outfit básico: jean prolijamente roto, remera colorida, saco sport, zapatos brillosos. De cerca, en un riguroso segundo plano, lo observaba su madre, Susana, tal vez enterándose de cosas.

Sólo una vez Maravilla interrumpió el ritual de 10 minutos de charla por cinco de intervalo a media tarde para tratar de frenar el dolor de cabeza con una aspirina. Y siempre sostuvo en las manos su libro, Corazón de Rey, en el que un capítulo comienza con la frase "Una cosa es ser campeón y otra ser ídolo. Y eso está muy claro en mi interior".

-¿Cuál de las dos cosas sos, Sergio?
-Las dos, creo, en este momento.

Enseguida aclaró: "Pero, a los casi 40 años, ya no me marea ni el éxito ni el exitismo". Y siguió prestándose al juego que mejor juega y que más le gusta, como la hacía antes de cumplir su sueño.

"NO ESTÁ EN MIS PLANES SER PADRE, NO ES ALGO EN LO QUE PIENSO"

-¿El pibe del pasado qué le diría al hombre de hoy, si espiara por una ventana?

-Me imagino que me diría que quiere ser como yo, ¿sabes? Cuando era chiquito veía mucho deporte y quería ser como Carl Lewis. Tenía como unos 9 años, era mi sueño.

-La fama te llegó a la edad justa. ¿Te vino bien este asunto a los 37 años, en lugar de los 23 o 24? ¿Creés que podría haber sido un desastre de otro modo?

-Depende de la personalidad de cada uno y cómo puede influir. Mi personalidad tiene un mecanismo que no me va a afectar ni ahora ni hipotéticamente años antes. Aunque, claro, lo digo ahora, con los zapatos de un hombre de 37 años, ¿sabes?

-¿Cómo combatís a los famosos, perjudiciales y siempre presentes amigos del campeón?

-Ajá... no, tengo casi 38 años, voy a tener 40 dentro de poco, si no me doy cuenta ahora... Hubiese sido diferente con 20 y 23 años. Pero como dije alguna vez: mientras mis bolsillos estén a resguardo (introduce sus manos en el pantalón), puedo tener todos los amigos que quiera a mi alrededor, que yo sé dónde está mi objetivo, yo miro hacia adelante, nada más.

-¿Qué te dejó cada sitio en donde anduviste para ser el Maravilla Martínez de hoy?

-De todos lados saqué lo mejor. Más que nada me hace saber la capacidad que tengo de adaptación. Saber asimilar cada sitio. Cuando tomé la decisión de partir, fue buscando la tranquilidad económica de saber que iba a tener para comer y subsistir. Me fui adaptando: en el exterior tuve la tranquilidad económica que acá no tenía. Tuve que tomar ciertas decisiones para ser un luchador de renombre mundial. Lo principal fue la versatilidad.

-Ahora sos un favorito para las próximas peleas, aunque antes eras inconveniente para el gran negocio, con tus protestas, con tus maneras. ¿Te seguís sintiendo una pieza desafiante?

-Creo que puedo ser parte de ese engranaje del boxeo. Tal vez, fui una piedra para parte del sistema, pero dejé de serlo. No digo que soy parte del sistema, pero tengo demasiada fuerza para imponerme.

-¿Cómo mantenés la ilusión por un gran proyecto? ¿Cómo se renueva la ilusión?

-Primero, luchando por mis propios sueños, por encima de cualquier beneficio que pueda tener. Antes que nada, la felicidad, ése es mi mayor beneficio. Lucho por ser feliz y ése es el verdadero sentido de cada día. Es lo que me mantiene vivo. Saber qué me hace feliz: eso es lo que puedo transmitir, darme esa alegría cada día.

-A las boxeadoras se les suele preguntar si están preparadas para ser madres. ¿Vos te imaginás como padre en el futuro?

-La pregunta me sorprende. No está en mis planes ser padre, no es algo en lo que pienso. Por ahora no me veo como padre, esa es la verdad, no es mi meta. No lo sé el día de mañana.

-La música que utilizás habitualmente para entrar en una pelea no es una más. Elegiste al grupo Calle 13 en las últimas, que hace una música agresiva en el buen sentido. ¿Por qué?

-Tengo una amistad con René, el cantante de Calle 13. Es una admiración la que tengo por él. Y la verdad es que más allá de la admiración, está la amistad y es como para rendirle homenaje también. Siempre digo: "Macho, me gusta tu música". De hecho, me entreno a diario con su música; cuando boxeo necesito estar alegre, necesito ese ritmo que tiene. Las charlas con él son increíbles, es un tipo muy inteligente. Todo lo que dice deja una enseñanza en cada palabra. La letra dice: "Conmigo vienen, vienen los de atrás".

-Sos un fanático del mundo digital. ¿Qué cosas te atraen de las nuevas tecnologías?

-Por ejemplo, saber que en Australia hay gente que sabe quién soy y recibir propuestas para pelear. Que todo el mundo sepa quién soy. Las redes sociales y Twitter me parecen espectaculares. Aunque lo primero en mi vida es el boxeo, después todo lo demás. Hoy, una pelea se puede empezar a construir desde una computadora.

-Si te pedimos que nos recomiendes un capítulo de Corazón de Rey, tu libro. Sólo uno...

-El que dice que todo comienza con un sueño. Te recomiendo ése, porque es el primer paso que tengo en la vida. Encontrar la verdadera identidad. Al que todavía no la encontró le digo que es más simple de lo que cree. Le digo que hay esperanza de lograrla.

"EN ESPAÑA RESPETAN LA DISTANCIA; EN LA ARGENTINA SE ME TIRAN ENCIMA"

-Hace tiempo contaste que saliste a cenar en Buenos Aires y que la gente se fue amontonando en la puerta del restaurante y se te complicó salir. ¿Creés que eso se va a incrementar ahora?

-Sí, totalmente. Estoy seguro de que sí. Ya está, ya está..., es inevitable. La gente me conoce, ya sabe quién soy, todos se quedaron con mi cara grabada y se me va a hacer imposible pasar inadvertido. Está bien, porque es un bonito reconocimiento.

-¿Cómo te trata la fama? ¿Es asfixiante en algún momento o la asumís con tranquilidad?

-Por momentos, digamos... Yo peleo porque quiero ser campeón y ser campeón va de la mano de ser famoso, y es muy difícil evitar eso. Y a veces puede ser un poquito asfixiante cuando uno quiere tener un momento de intimidad. Pero también reconozco que la gente quiere saludarme, o quiere que yo le estreche la mano, o quiere una foto conmigo. Es decir, es parte de mi trabajo y a veces el trabajo es duro y es asfixiante también.

-¿Y hacés algo al respecto? Es decir, para blindarte y contrarrestar eso, desde lo psicológico y para no entrar en pánico.

-Bueno, para no entrar en pánico me recetaron durante bastante tiempo unas gafitas que usaba antes y ahora ya las dejé y las tengo ahí guardadas por las dudas, que me ayudaban en esto de la visión periférica que tenemos los deportistas. Ver muchísima gente alrededor mío era agobiante y me provocó pánico más de un día, me provocó un susto feo. Hoy en día creo que es algo superado, creo que sí..., espero no volver a usar las gafitas.

-Hay otro riesgo que es el exitismo y los argentinos tenemos esa característica. ¿Hay chances de que te arrastre ese exitismo?

[Mueve los brazos, gesticula cual si fuera un rapero y responde con tono superado] -Casi llegando a los 40 años, no creo que... Ya está, me pudo haber pasado con veintipoquitos, pero a esta edad es algo que tomo como circunstancial. Éste es un tiempo que va a durar lo que tenga que durar y será poco, no mucho más. Y trato de disfrutar lo máximo que puedo, que es un poquitito. Intento no agobiarme. Es difícil, pero sé que tengo que hacerlo, es mi trabajo, mi vida.

-En ese aspecto hay una diferencia, quizás, entre vos y otros boxeadores argentinos, como Monzón, Galíndez. Lo aprendiste.

-Creo que tenemos tanto para aprender de la historia nuestra que si yo cometo un error sería de necio y espero no caer en eso, ¿sabés?

-¿Podrías dar un ejemplo concreto de acciones cotidianas que hacés en EE.UU. y España y que no podrías hacer en la Argentina?

-Por ejemplo, en Madrid, voy al mercado, compro la mercadería para comer, voy, cocino, lavo la ropa yo mismo, pongo la lavadora, friego los suelos yo solo. También lavo los platos sin problemas. Puedo ir a entrenar a la vuelta de mi casa donde hay un parque y donde hay muchísima gente corriendo, y soy exactamente uno más del montón. Eso aquí no podría pasar, no podría hacerlo. Creo que sería muy difícil salir a trotar en un campo de aquí; sería difícil, comprensible, pero difícil. Y eso allá lo hago con total normalidad.

-¿Seguís disfrutando de la intimidad en España más allá de la exposición que tuviste en los últimos tiempos? Te hicieron notas en los diarios, estuviste con Simeone, con Gatti en la TV.

-Muy poco me cambió, poco. Tiene que ver mucho con el español y cómo es. Te iba a decir que el español es distante, pero no es la palabra. Respetan mucho... Hay una propaganda donde hay personas caminando como con burbujas alrededor y es sobre el espacio de cada uno. La gente llega hasta esa burbuja y ahí se queda, ¿sabés? En España respetan el límite y la distancia. En la Argentina es como que tenemos más sangre, se te tiran encima, te dan un abrazo fuerte. Y si te lo hace un argentino está estupendo, pero si te lo hacen 500 te volvés loco.

-Por lo que describís, sería imposible que vivieras aquí, al menos en los próximos años.

-No, mi vida va a ser en Madrid. ¿Mi madre? No, mi madre tiene toda su familia aquí y está tranquila. Si no estuviera tranquila ya se hubiera ido antes, pero no quisieron ni ella ni mis hermanos. Ellos están aquí con su vida y yo estoy muy bien allá. Cada vez que quiero verlos viajo para acá.

"SUEÑO CON PELEAR AQUÍ, EN MI PAÍS; ESO SOLO ME FALTA"

-Ahora ya todos conocemos tu historia, que en Claypole soñabas con Las Vegas. Lo lograste. ¿Con qué soñás ahora?

-Pues sueño con pelear aquí, en mi país. Eso solo me falta.

-¿Y eso no es más utópico que conseguir lo que ya conseguiste?

-No, es cuestión de proponérselo. Sé que es difícil, pero podemos hacerlo. Como decía la otra noche, cuando estuve con Tinelli: estoy tan seguro de que voy a combatir en la Argentina como cuando decía que le iba a ganar a Chávez. Será la próxima, espero.

-¿En el Monumental?

-¿Por qué no? Yo quiero que sea un sitio amplio, con sectores accesibles, para que nadie se pierda la fiesta. El Monumental puede ser, cómo no, por todo lo que significa para mí y para el deporte argentino. Pero también podría ser en el interior. Donde sea, vamos, pero en la Argentina.

-Es sabido que cuando se te pregunta por rivales, respondés el que sea. Pero vale ir por nombre.

-Vamos.

-Floyd Mayweather...

-Yo quiero enfrentarme con los mejores. Y él es el mejor. Quiero ganarle para demostrar que el mejor soy yo. Pero el problema es que da muchas vueltas.

-El portorriqueño Cotto...

-Es una gran posibilidad. Ya lo he dicho: no me gusta lo que se dice de él en el mundo del boxeo y me gustaría pelearlo también por eso.

-Como a Chávez. ¿Ésa es la razón por la que volverías a enfrentarlo?

-El último round abrió una revancha, ésa es la verdad. Si quiere pelear de nuevo, mejor: le voy a pegar el triple de lo que ya le pegué.

-Alto aquí, antes de pasar a Canelo Álvarez. ¿Ya no será necesario verte hacer esos shows en los que costaba reconocerte, para promocionar una pelea?

-Lo seguiré haciendo si alguien me provoca lo que me provoca Chávez. Ése también era Maravilla, auténtico. Y respecto de Canelo, es muy jovencito, pero está entre mis objetivos.

-¿Y qué hay después del boxeo? ¿Borde del ring o estudio de TV?

-Lo que ya he iniciado: mi carrera de promotor. Televisión también habrá, seguro. Y teatro: me gustaría profundizar en el humor, con el stand up.

-¿Política?

-No, la política para los políticos.

-¿Cuánto tiempo le queda al boxeador?

-Lo que siento es que me quedan menos sueños por cumplir, aunque el físico me da para rato todavía. Hay tecnología y tratamientos: tengo las lesiones lógicas de esta disciplina, para gente que se entrena a mi ritmo. Lo importante está aquí, en mi corazón. Cuando sienta el momento, diré que hasta aquí he llegado.


Fuente: YaMisiones

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El último bailarín de Mao

El título de nuestra entrega de hoy es (en castellano) el, valga la redundancia, título de una hermosa película que retrata la via de Li Cunxin a quien se considera como el Baryshnikov chino.

Me impactó el film y, buscando en internet, encontré este artículo en el diario El País, de España que me permito ponerlo a la consideráción de mis lectores.

Ah, me olvidaba, no soy crítico de cine pero si pueden ver la película les aseguro que no se van a arrepentir de hacero...


El Barishnikov chino

De una humilde familia campesina a estrella del ballet en Pekín. De la rigidez comunista a apostar por la libertad desde EE UU. La deserción de Li Cunxin recuerda mucho a Nureyev y Barishnikov. Ahora, ya retirado, una película relanza su fama.

El caso de Li Cunxin resulta conmovedor. Parte de una historia autobiográfica contada con sencillez y de un drama: el deseo de libertad en la vida y en el arte, por ese orden. Hoy, con 49 años, bailarín retirado y alejado de la profesión de la danza, el artista pasaría por uno más de los miles de empresarios chinos que pululan por todas partes. En cierto sentido, él es parte de esa diáspora gigantesca, pero oculta unas razones muy diferentes.

A simple vista, sería difícil calcular la edad de Li Cunxin; delgado, elástico, su mata de pelo liso negro intacta junto a una piel lozana y unos modales corteses muy orientales. No falta la sonrisa, expansiva y constante, como un sello. En su caso no podemos hablar de vocación por la danza y el ballet: "Al principio no me gustaba nada, odiaba el ballet", comienza a relatar con cierta parsimonia. "Cuando me eligieron, no tenía idea de lo que era aquello y me hacía una imagen lejana de las bailarinas en las puntas de los pies en equilibrio. En mi zona, las campesinas llevaban los pies vendados y caminaban sobre los talones; así que tenía miedo de terminar como ellas. Los primeros tres años fueron muy difíciles, el ballet era aburridísimo para mí, un muchacho de campo. Me sentía como un pájaro enjaulado, quería salir, escapar; no le encontraba sentido alguno al ballet, pero entonces, gracias a mis profesores, empecé a amar aquello. Especialmente el profesor Xiao fue importante en esto, que me demostró que podía hacerlo y desarrollar mi talento".
 
"Cubanos y rusos podían bailar 'Giselle' o 'Don Quijote'. Nosotros los chinos solo podíamos hacer ballets políticos"
"Quiero que mis hijos valoren su herencia china y estén orgullosos de haber nacido en un mundo libre"
"Con la Revolución Cultural, a los maestros los mandaron a granjas de cerdos; algún maestro mío sufrió esa persecución"

Hoy Li Cunxin tiene sobradas razones para sonreír: su libro autobiográfico con más de un millón de ejemplares vendidos y un filme en cartelera dirigido por el oscarizado Bruce Beresford: El último bailarín de Mao (recién estrenado en España). Ahora está de gira promocional por todo el mundo con agotadores pases de la película, preguntas, sesiones fotográficas... Pero Li Cunxin parece estar discretamente encantado de su éxito. Ya estaba acostumbrado a los aplausos en su carrera de bailarín clásico, primero en China y luego en Norteamérica. Le descubrió muy joven el coreógrafo inglés Ben Stevenson en su primer viaje a China, e hizo que fuera invitado a Houston (Texas), donde se enamoró y protagonizó un sonado escándalo diplomático cuando estuvo retenido contra su voluntad en el consulado chino. Consiguió lo que se proponía, y bailó en libertad hasta recalar en Australia, donde vive apaciblemente instalado con su mujer, una ex bailarina que fue partenaire de sus éxitos, tres hijos y una vida con leyenda.

Después de las grandes deserciones de los rusos Rudolf Nureyev, Mijaíl Barishnikov o Natalia Makarova, de los cubanos Rosario Suárez y Rolando Sarabia (por solo mencionar grandes estrellas), estaba cantado que faltaba un bailarín de ballet chino que huyera del régimen maoísta. La escapada de Li Cunxin fue algo tardía, pues ya la férrea estructura dictatorial estaba resquebrajada. Ballet y libertad parecen que van unidos, sin embargo han florecido en regímenes terribles y dictatoriales (la Unión Soviética, China, Cuba), pero a la vez, el ballet sirve después para llegar a la libertad. El mundo del ballet está plagado de historias de defecciones como la suya: "Rusos y cubanos tenían una formación que partía de los métodos rusos, y en realidad los bailarines chinos también teníamos algo parecido: la raíz en la escuela rusa. Es cierto que la presión política en mi época era terrible y mientras los cubanos y los rusos podían bailar El lago de los cisnes, Giselle o Don Quijote, nosotros los chinos solo podíamos hacer ballets políticos. ¡Soñábamos con los ballets románticos! Y creo que de ahí parte ese deseo de libertad artística, de entender el ballet como una forma artística universal donde al querer llegar a ser el mejor solo puedes conseguirlo sin restricciones territoriales o fronteras".

Li Cunxin estuvo en medio de una generación que vivió los avatares de la Revolución Cultural y donde el ballet era una rareza, pues como dice Hsu Tao-ching, la verdadera demostración de la universalidad del ballet llega con la asimilación de la danza clásica occidental en China, con tan diferentes metros musicales y conceptos estéticos; a lo que el bailarín puntualiza: "La danza tradicional china tiene unos patrones contrarios a los del ballet y muy diferente a las formas occidentales; en cuanto a los movimientos, lo mismo, pues la ópera china responde a diferentes estímulos físicos, y ese fue uno de los empeños absurdos de Madame Mao, unirlos. Las posiciones del cuerpo y las líneas son muy diferentes; mientras en el ballet se gira el cuerpo hacia fuera, en la danza china es hacia dentro".

Parte de la explosión china hacia el exterior se ha basado en un estilo de ballet acrobático muy popular donde las bailarinas trepan en puntas hasta la cabeza del acompañante, una cosa que horroriza a los puristas y que a Li Cunxin también produce dentera: "Lo veo más cercano al circo, no lo puedo ver como ballet de verdad, no es artístico, no hay sentimientos expresados sino solamente una técnica espectacular, deslumbrante dentro de nuestra tradición acrobática, pero carente de contenido. Creo que esas acrobacias entretienen, pero no llegan al corazón de las personas".
Tras tranquilizarse las cosas, al menos en parte, Li Cunxin ha comenzado a volver a China, pero no le gusta todo lo que ve allí: "Sí y no. Es contradictorio, es un choque de culturas. Por un lado, ahora tienen una vida mejor, pero también se pierden tradiciones muy valiosas".

Li Cunxin ha tenido tres hijos con su mujer, la bailarina australiana que le ha acompañado todos estos años, e insiste en que sus hijos amen su parte china: "He inculcado a mis hijos que valoren su herencia china, pues cuando pase el tiempo es importante que sepan objetivamente qué ha pasado y que se sientan orgullosos de haber nacido en un mundo libre, que valoren la suerte que han tenido. De mis tres hijos, el chico solo piensa en el baloncesto; a las dos niñas les gusta la danza, pero no creo que para dedicarse a ello profesionalmente. Al vivir en Australia, estoy cerca de China, y voy dos o tres veces al año a ver a mi madre".

El ídolo de Li Cunxin era Mijaíl Barishnikov (en la escuela veían a escondidas los vídeos del bailarín disidente), pero otros bailarines también le habían encandilado: "Rudolf Nureyev y Vladimir Vasiliev fueron los mejores, los más perfectos. Una vez en Nueva York bailé El Lago de los cisnes; al día siguiente, en una sala de ensayos, Barishnikov pasó a mi lado, me palmeó el hombro y me dijo: '¡Muy bien!'. Me parecía un sueño que mi ídolo me hubiera visto bailar y luego me dijera eso".
Tanto en el libro como en la película quedan muy bien reflejadas las duras condiciones de vida de la escuela de Pekín, un centro que estaba alejado de la escuela oficial del Ballet Nacional de China, algo así como una escuela alternativa más politizada: "Era exactamente así. Madame Mao [Jiang Qin, la esposa de Mao Zedong] quería que estuviéramos alejados de las distracciones y tentaciones de la ciudad, más cerca de los campesinos". Esta temible señora cercenó carreras y prohibió mencionar a otros, como el notorio caso de Wu Xiaobang, uno de los pioneros del ballet moderno en China, cuya biografía fue censurada. "Con la Revolución Cultural muchos artistas de esa época fueron represaliados y hasta asesinados, las academias estuvieron cerradas 10 años, a los maestros los mandaron a granjas de cerdos y algún profesor mío sufrió ese mismo tipo de persecución". Y hay quien piensa que todas las heridas no están cerradas y que en China no todos han perdonado a Li Cunxin. "La nueva generación de líderes quizás sí me ha perdonado de verdad, pero para los antiguos dirigentes sigo siendo un desertor".

China ha cambiado tanto que los productos de la Revolución Cultural donde las bailarinas aparecían sobre las zapatillas de puntas, pero de uniforme y con un fusil, como en El destacamento rojo de mujeres o La chica del pelo blanco, se ven ya como cosas exóticas. La gran duda es si deben ser preservados, si tienen algún valor artístico. "Yo mismo bailé La chica del pelo blanco. Artísticamente puedo decir que no hay valores, pero en su contexto específico se deben mantener como elementos históricos. Le puedo decir que era terrible bailarlos... ¡y verlos!".

Cuando nuestro héroe dejó de bailar se alejó de la danza, lo que resulta extraño, pues casi todos los bailarines cuando se retiran continúan vinculados a ese mundo, como maestros, coreógrafos, directores de compañía... "Mi mujer renunció a su carrera porque nuestra hija mayor nació sorda y ella se dedicó por completo a enseñarla a hablar. Sigo teniendo relación con el Ballet Nacional de Australia y, de vez en cuando, ayudo a bailarines jóvenes que empiezan".

Al mirar atrás y verse sobre la escena, Li Cunxin no puede ocultar un deje romántico: "Me gustaba hacer Romeo y Julieta, y me gustaban sobre todo las nuevas creaciones, el reto de desentrañar lo que el coreógrafo quería obtener, trabajar juntos durante semanas y a veces desechar todo y empezar de cero otra vez".

En esta vida novelesca, el coreógrafo inglés Ben Stevenson juega un papel decisivo al fijarse en él durante su primer viaje a China: "Sin duda Ben es muy importante en mi vida. Ha sido como un segundo padre. Cuando me retiré, creó un último ballet para mí, lo que fue muy emocionante. Nos reencontramos en el estreno de la película y así subimos al escenario los personajes reales y los actores que nos interpretan". El propio Li participó en el casting para seleccionar al bailarín que se mete en su papel en el filme: "Hay tres actores en la película, uno niño, otro adolescente y el que hace de Li Cunxin adulto, que es hijo de dos de mis profesores de la academia".

¿Cree que se verá en China la película El último bailarín de Mao? "No lo creo. Por ahora no lo veo factible".

Fuente: elpaís.com

domingo, 26 de agosto de 2012

Murió Neil Armstrong, primer hombre en pisar la Luna

 

Neil Armstrong
El astronauta estadounidense Neil Armstrong, primer hombre en pisar la Luna el 20 de julio de 1969, falleció a los 82 años como consecuencia de las complicaciones derivadas de una operación cardíaca, anunció este sábado su familia.

Armstrong fue sometido a principios de agosto a una cirugía después de que los médicos encontraran que sus arterias coronarias estaban obstruidas.

Recordándole como un "reacio héroe estadounidense", su familia explicó en un comunicado que "sirvió a su nación con orgullo, como piloto de guerra de la Marina, piloto de pruebas y astronauta".

Junto al astronauta Buzz Aldrin a bordo de la nave Apollo 11, Armstrong se convirtió en el primer ser humano en caminar en suelo extraterrestre bajo la atenta mirada de centenares de millones de telespectadores.

Sus palabras "Es un pequeño paso para el hombre, un salto gigante para la humanidad" figuran en los anales de la historia.

En calidad de comandante de la misión Apollo 11, fue él quien informó el centro de control de Houston (Texas, sur) del alunizaje del módulo lunar (LEM) pilotado por Buzz Aldrin: "Houston, aquí la base de Tranquilidad. El águila aterrizó".

Armstrong nació el 5 de agosto de 1930 en Wapakoneta (Ohio, norte) y desde joven ya demostró fascinación por las aeronaves, lo que le llevó a trabajar en un aeropuerto cercano a su casa.

Cuando cumplió los 16 años logró sacarse el título de piloto.